Alta Frecuencia

es un tratamiento estético no invasivo que utiliza una corriente alterna de alta frecuencia, transmitida a través de electrodos de vidrio, para generar calor y ozono en la superficie de la piel. Esta tecnología fue desarrollada originalmente con fines médicos y, con el tiempo, se adaptó al campo de la estética por sus múltiples beneficios cutáneos.

Durante el tratamiento, se aplican electrodos específicos sobre el rostro que emiten una ligera corriente eléctrica. Esta corriente produce una acción antibacteriana, oxigenante y estimulante, lo que convierte a la alta frecuencia en una herramienta eficaz para tratar pieles grasas, con acné, congestionadas o apagadas. Uno de los efectos clave es la generación de ozono, que ayuda a eliminar bacterias, desinflamar y acelerar la cicatrización de lesiones o comedones inflamados.

Además, al estimular la circulación sanguínea y linfática, mejora el intercambio celular y promueve una mayor oxigenación de los tejidos, lo que se traduce en una piel más saludable, firme y luminosa. También se ha observado que favorece la penetración de activos cosméticos aplicados posteriormente, gracias a la activación del metabolismo celular.

Este procedimiento es completamente indoloro, de corta duración (generalmente entre 10 y 15 minutos) y se adapta bien a todos los tipos de piel, aunque es especialmente beneficioso en pieles con tendencia al acné o con poros obstruidos. Puede aplicarse de forma puntual sobre lesiones o como parte de protocolos más amplios como limpiezas faciales profundas o tratamientos revitalizantes.